Por qué defender al SME

Por: Carlos Elizondo Mayer-Serra

Hay cuatro razones para que usted defienda a LyFC y sobre todo a su sindicato, el SME, el dueño real de la empresa extinta el fin de semana pasado. Una, su oposición por principio al Presidente. Lo que haga Calderón es criticable y sospechoso. Los adversarios de Calderón son, por definición, aliados del sindicato. Dos, usted recibe dinero, apoyo político de algún tipo o energía eléctrica gratuita a través de un diablito tolerado o vendido por el SME. Tres, usted tiene acceso al gimnasio de 100 millones de pesos inaugurado por el SME hace una semana o recibe alguno de sus privilegios, como retirarse a los 30 años de servicio, sin importar la edad que tenga. Tal era el caso de su líder, Martín Esparza, quien inició labores en la empresa a los 15 años de edad, la plaza se heredaba o se conseguía con el apoyo de familiares miembros del SME. Cuatro, usted es parte de un sindicato con ese tipo de abusos contra el contribuyente y cree será el siguiente en ser disciplinado.

Si no se encuentra usted dentro de las anteriores causales es absurdo no apoyar la medida del gobierno de Calderón, salvo preguntarse por qué no lo hizo en marzo del 2008 cuando se renegoció el contrato colectivo. El gobierno, desde hace décadas, para evitar problemas, fue avalando los excesos. Total, la cuenta parecía pagable y no era su dinero. Con todo, siempre es mejor más tarde que nunca.

Los números hablan por sí solos. Los 43 mil 720 trabajadores serán sustituidos por unos 10 mil de la CFE, que sin ser modelo de eficiencia, lo es mucho más que LyFC. Para mantener ese exceso de personal y sus generosas pensiones, dada la joven edad de retiro, tuvimos los contribuyentes que darles este año 41 mil 945 millones de pesos, más que el presupuesto combinado de la UNAM, el IPN y la UAM.

En otros países una empresa como ésta, en la zona más privilegiada para dotar del servicio eléctrico a sus habitantes dado su ingreso y su concentración, ya sea pública o privada, gana dinero. Acá la subsidiábamos. Estos recursos fiscales han costado empleos en otros lados, por los impuestos de más que tenemos que pagar y que castigan el consumo y la inversión de un conjunto de contribuyentes. O por ponerlo por el lado del gasto, sin este injustificable exceso que ha sido LyFC podríamos haber duplicado la oferta educativa federal en la Ciudad de México, con los consiguientes empleos adicionales, sin aumentar un centavo los impuestos. Sólo la UNAM tiene más de 38 mil trabajadores, entre personal administrativo y académicos de tiempo completo.

Un país que tolera una empresa organizada en torno de un sindicato que le extrae recursos y que, como no puede quebrar luego exprime al fisco, no puede pretender ser serio ni crecer a tasas más elevadas. Por supuesto que hay muchos otros excesos, y el gobierno deberá también enfrentarlos. Sin embargo, bajo cualquier indicador LyFC y el SME eran el peor de los abusos. Además, en términos operativos era relativamente fácil cubrir el servicio con la otra empresa del Estado, como lo estamos viendo, sin problemas mayores en el suministro de electricidad y también es pagable liquidar conforme a la ley y al propio contrato colectivo a todos los trabajadores afectados.

Con esta decisión, finalmente el Estado recupera la rectoría sobre el sector. Se trata de una segunda nacionalización del sector, dado que LyFC estaba privatizada a favor del SME. Con la decisión de darle la tarea a la CFE, no sólo se cumple con el objetivo inicial de la nacionalización de la industria en 1960, sino que se revierte una de las más oportunistas decisiones de Salinas, quien detuvo el proceso de liquidación de LyFC porque el SME, con ese talento que tuvo para maximizar la exprimida de recursos al fisco, fue el primer sindicato que le dio a Salinas su apoyo después de su controversial y disputada elección. Con ello, el SME ganó 20 años más de explotación al contribuyente.

Queríamos recortes del gasto más de fondo. Por supuesto que a alguien le duelen, pero acá está uno importante. Ahora el gobierno deberá disminuir sus pretensiones recaudatorias.

Con su extinción, ganamos los contribuyentes. Sin embargo, veremos por varias semanas hasta dónde pueden llegar los afectados por la medida. El SME, como lo ha dicho ya sin pudores, va a tratar por todos los medios de recuperar su empresa y son muchos quienes tienen razones para apoyarlos, mientras que los ganadores con este tipo de medida no solemos salir a la calle a apoyar la decisión.

 

Fuente: http://www.reforma.com/editoriales/nacional/523/1044138/default.shtm

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