Como aquellos viejos teletipos que había en las agencias de noticias y en los diarios, con esa misma idea de la tira de papel llena de palabras, Twitter empieza a imponerse como el medio escrito más veloz de la Tierra, si es que el ciberespacio sigue siendo de este mundo. Para no dejar en blanco a quién no se haya asomado, a estas alturas del milenio, a Twitter, diré que es un sistema donde un individuo puede ir proponiendo ideas, comentarios o gracejos en párrafos de no más de 140 caracteres; igual que sucede en el mundo real, hay comentarios, como los de Obama, que son leídos por cientos de miles de personas y otros que leen tres o cuatro amigos.
En Twitter cada quién sigue a las personas, publicaciones o instituciones que le interesan, y también, quién quiera, puede montar de manera gratuita su canal y publicar sus ocurrencias en ese océano infinito de ideas o twitts. Si quiere saber lo que es Twitter, lo mejor es que se asome usted a verlo; como orientación puedo contar lo que hago yo, desde hace un par de meses, en Twitter: todos los días en la mañana escribo un diario mínimo (twitter.com/jsolerescritor), tres o cuatro párrafos de 140 caracteres, donde cuento lo que hago a esas horas, si bebo café o té, si fumo un purete o un cigarrillo, si he salido a pasear al perro y lo que me dispongo a hacer, que casi siempre es escribir mi novela, o algún artículo (este, por ejemplo), o preparar una conferencia; este ejercicio en Twitter es un diario brevísimo que se concibe, se escribe y se publica simultáneamente, lo cual para los escritores, que vivimos esperando días, semanas o meses, a que se publiquen nuestros textos es, de entrada, insólito.
Las entradas de mi diario se van intercalando en esa tira infinita de información que crece cada segundo en la pantalla, con las entradas de la gente, o de los entes, que voy siguiendo; sigo, por poner algunos ejemplos, a la bloguera cubana Yoani Sánchez, que cuenta en directo, desde La Habana, lo que hace, o lo que le hace a ella la policía cubana, porque esta mujer se ha brincado, por el ciberespacio, todos los controles que, sobre la información que corre en la isla y fuera de ella, han impuesto los hermanos Castro; hace una semana, Yoani reflexionaba en 140 caracteres: "La próxima vez que un burócrata me diga que no puedo salir de mi país, le voy a mostrar esta pantalla con Twitter, a ver qué dice..."; una hermosa reflexión sobre la libertad interior.
También sigo al diario The Guardian, al estupendo Daily Beast, al club de fútbol Barcelona, a la sección de Cultura de este periódico (que usted tiene en sus manos), a Julieta Venegas, a Rulo, a Bono, a José Álvarez y a los escritores Easton Ellis, García Márquez y Murakami, por citar algunos. La velocidad con que se publica, y la rapidez con que se difumina todo en Twitter, nos hace pensar que estamos, por usar la terminología del filósofo Lipovetsky, en el imperio de lo efímero: "el hiperconsumidor con su zapeo, su bulimia despreocupada, su curiosidad superficial o turística; triunfo de lo comercial, lo desechable, la dispersión". Yo antepondría, al tremendismo de Lipovetsky, la perspectiva de Jimmy Hendrix, otro filósofo: "si parezco libre es porque siempre estoy corriendo"; y la antepongo porque me parece que Twitter es, antes que nada, un impagable instrumento para ejercer la libertad, es un territorio democrático donde cualquiera puede expresarse, y aquí los gobiernos, que van como siempre a la zaga, tendrían que estar a la altura de este medio de comunicación y democratizar también las computadoras y el Internet. ¿Que se trata de información desechable y dispersa?, puede ser, pero no más que la que ofrecen otros medios y, desde luego, en ese infinito de ideas e información, siempre hay algo que nos sirve o nos conmueve. La idea general sería asomarse a Twitter, leer y participar, darse una vuelta por el universo y, al cabo de un rato, volver a nuestro quehacer, despaciosos y terrestres.
Este texto se publicó en Reforma el 21 de diciembre. Agradecemos al autor su permiso para colocarlo en nuestra página web.
Fuente: http://www.etcetera.com.mx/articulo.php?articulo=2572
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