Cómo educar a los hijos para que tengan éxito en la vida: un cuento revelador

Autor: Bettina Langerfeldt

Una de las claves del éxito personal es la actitud positiva con la cual las personas enfrentan las diferentes situaciones en la vida. Nuestra manera de ver la vida depende mucho de nuestras experiencias de vida que hayamos tenido. Por eso es tan importante que nuestros hijos tengan experiencias de éxito. El siguiente cuento ayuda a entender lo importante que es enfocarse y desarrollar las fortalezas de las personas para que sean exitosas en la vida:

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Una de las claves del éxito personal es la actitud positiva con la cual las personas enfrentan las diferentes situaciones en la vida. Sin embargo, es una cosa saber que hay que tenerla y una muy diferente el de realmente poseerla cuando enfrentamos desafíos en la vida.

Es porque nuestra manera de ver la vida depende mucho de nuestras experiencias anteriores. Si fueron buenas, es más probable que también enfrentemos situaciones desconocidas con más confianza, ya que no vamos a estar esperando un mal resultado.

Por eso es tan importante que nuestros hijos tengan experiencias de éxito. Estas los van a condicionar a ver la vida con una actitud positiva, ya que el crecimiento personal verdadero solo viene cuando uno es enfrentado con un desafío en la vida y logra superarlo con éxito.

Lamentablemente, la educación que nuestros hijos reciben no siempre cumple con ésta área tan importante en el desarrollo personal de las personas.

La siguiente historia ayuda a entender lo importante que es enfocarse y desarrollar las fortalezas de los niños para que tengan éxito en la vida:

Una historia antigua cuenta de la creación de una escuela para animales. En ésta escuela, todos los animales debían tomar los mismos cursos: volar, nadar, escalar y correr. Entre los estudiantes había un pato, una ardilla voladora, un zorro y un elefante.

Al pato le iba de maravillas en el ramo de natación y de volar, porque eran sus fortalezas, pero estaba al final del curso en los ramos de escalar y correr, así que les prestó atención especial a esos dos ramos. Sin embargo, sus patitas le empezaron a doler tanto por tratar de correr más rápido y sus alas estaban tan destartaladas por tratar de escalar, que al final del año repitió estos dos ramos y además solo logró sacar notas regulares en nado y vuelo, que habían sido sus fortalezas a principio de año.

La ardilla, en cambio, fue la mejor alumna en el curso de escalar y correr, y tenía el segundo lugar en el ramo de volar, después del pato. Sin embargo, su debilidad era la natación. Durante el transcurso del año escolar perdió muchas clases porque le dio una neumonía en las clases de nadar y repitió todo el año. Además era muy habladora e inquieta, razón por la cual fue diagnosticada con un problema de aprendizaje. Para poder seguir en la escuela, tuvo que tomar horas recuperativas y se le prescribieron medicamentos para mejorar su concentración.

El zorro demostró tener habilidades extraordinarias en la clase de correr y también le fue relativamente bien en la de escalar y de natación. Sin embargo, se frustró tanto en sus intentos de volar que comenzó a agredir a sus compañeros. Incluso trató de comerse al pato. Debido a su comportamiento revoltoso, fue expulsado del colegio. Se juntó con una pandilla de animales malos y terminó en un centro de rehabilitación para animales delincuentes.

Mientras tanto, el elefante desarrolló una autoestima muy baja, ya que le iba mal en todos los ramos. Cuando se vio sumido en una profunda depresión clínica, su terapeuta sugirió que se cambiara a un colegio diferente que se enfocaba en ramos como levantar y transportar. El elefante estaba decepcionado, ya que las carreras en levantar y transportar no eran de tan alto prestigio como las carreras de volar, nadar, escalar o correr. A pesar de que se sintió inferior a los demás durante toda su vida, logró tener un salario digno y pudo mantener bien a su familia.

Esta simpática historia nos puede parecer irrisoria, sin embargo, encierra una verdad que no podemos negar. Describe de muy buena manera el daño que puede ocasionar una educación genérica que no respeta las fortalezas individuales de cada persona.

Cuando una persona no tiene éxito en su vida porque constantemente se le está exigiendo hacer algo que simplemente no es capaz de lograr, la condicionamos para el fracaso. Tenemos que exigirles sin apagar su espíritu.

Una vez que se dañe el espíritu de una persona, su actitud hacia la vida ya no va a ser positiva.

Espero que esta historia les ayude si tienen hijos que simplemente no encajan en el colegio. Usted le puede ayudar a descubrir sus fortalezas y habilidades únicas y ayudarle a enfocarse en ellas en vez de tratar de fomentar sus áreas débiles.

Un buen ejemplo es Drew Perry, el hijo de Rhea Perry, quien se hizo millonario a los 21 años. Fue un niño que en el colegio hubiera sido un niño "problema". Según Rhea, lo único que sabía hacer con un lápiz en la mano era sacarle la punta. Sin embargo, hoy en día es buscado por corredores de bienes raíces que son bastante mayores que él para que les enseñe su método de vender casas en ebay.

Aprendamos todos de ésta lección y evitemos someter a nuestros hijos a sufrimientos innecesarios que los pueden perjudicar para el resto de sus vidas.

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