Si algún candidato (o analista) espera que el nivel de popularidad en Twitter se traduzca en puntos porcentuales automáticos en intención de votos de encuestas, necesita un asesor en redes sociales y de paso, una actualización sobre el uso de estas herramientas en campañas políticas en los últimos dos años.
Esto no quiere decir que Twitter no sirva en una campaña política. En la elección primaria demócrata y en la elección nacional, el equipo de Barack Obama usó Twitter intensivamente. ¿Modificó intención de votos? Hmmm, difícil saberlo (tendríamos que saber qué hubiera pasado si no lo hubiesen usado), pero de que ayudó a hacer de Obama una marca, ni duda cabe.
Twitter no sustituye a las estrategias tradicionales de promoción política: las visitas a colonias, los mítines, y la publicidad comprada. La red social puede, eso sí, complementarlas todas… si es usada adecuadamente.
Entonces, ¿para qué sirve Twitter en una campaña política? Se me ocurren cinco cosas:
1. Redondear la marca del candidato. El contacto físico con un candidato es una anomalía para un ciudadano común. Twitter permite un contacto directo alternativo. En sus mensajes, en su tono, en su posicionamiento, el político puede ensamblar una imagen coherente de su candidatura y su personalidad. Una marca que puede además trasladarse a su campaña de a pie. En esto, la campaña presidencia de Obama es guía obligada: de ahí nacieron slogans, imágenes y datos que a la postre fueron clave en la definición de su personaje mediático.
2. Atraer atención sobre temas. Los medios tradicionales recuperan usualmente elementos igualmente tradicionales de una campaña. Twitter es una herramienta ideal para posicionar temas descuidados en los que un candidato cree tener una ventaja comparativa y mover la contienda hacia allí. En otras palabras, fijar la agenda. ¿La razón? Si algo hace ruido en Twitter, muy probablemente será recuperado por los medios tradicionales.
3. Entrenamiento y debate. ¿Te quieres preparar para lo peor? Hazlo en Twitter. Hace unos días tuve la oportunidad de estar en una plática con Marco Enríquez-Ominami, el candidato independiente que sin ganar, cambió por completo los términos de la elección presidencial chilena el año pasado. Ominami comentó que los debates más complejos y útiles los tuvo en Twitter. Al interactuar en directo con usuarios de la red, Ominami se expuso a todos los escenarios de discusión y ataque posibles. Es así, como colectivo, Twitter es implacable e hiperinformado. No encontrarás un oponente similar.
4. Movilizar a esos pocos intensos. La crítica más frecuente contra Internet como herramienta de movilización es el número reducido de usuarios. Es cierto, en México hay apenas unos 150 mil tuiteros. Ellos no harán la diferencia aritmética en una elección. Pero ojo, lo que les falta en peso demográfico les sobra en sofisticación política, voz, y acceso a información. Si como candidato logras hacerte del apoyo de algunos de estos usuarios, tienes de facto a emisarios activos de tu campaña, que bien pueden funcionar como potentes bocinas en la red, pero que también pueden trasladarse a las calles. Twitter no es una alternativa a la movilización, es su ideal complemento.
5. Adquirir y generar información. Twitter es un mercado voraz y plural de opiniones y consumidores de información. No hay una pregunta que quede sin responder, ni una respuesta que quede sin leer. Así, un candidato tiene un aproximado útil sobre temas locales en agenda que puede resultar clave como guía mínima de navegación, al tiempo que puede informar sistemáticamente sobre actividades de campaña, posicionamientos de política pública y, de manera relevante, sobre atributos enteramente personales.
Fuente:
http://eleconomista.com.mx/contra-esquina/2010/05/12/que-sirve-twitter-campana-politica
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